viernes, 23 de marzo de 2012

El desarrollo de colecciones

El objetivo principal de una biblioteca es satisfacer las necesidades de información de sus usuarios, es por ello que para lograr ese objetivo es importante que los bibliotecarios contemplen un sinfín de aspectos, entre los que se encuentran las colecciones.

Para que las colecciones de una biblioteca sean realmente útiles para los usuarios, se tiene que considerar un desarrollo de colecciones adecuado, éste, permitirá conocer los perfiles de los usuarios, las necesidades de la comunidad a la que atiene la biblioteca, los precios de los materiales, entre otros aspectos. 

El concepto “desarrollo de colecciones” ha sufrido un proceso de evolución que comienza con los términos “selección y adquisición”. Cadavid menciona que este cambio en la denominación del concepto se debió a factores como la crisis económica a escala mundial, el incremento en el número de publicaciones, los adelantos en la tecnología de las comunicaciones, así como la variedad en la forma de presentación de materiales que se incorporan a las bibliotecas.

De acuerdo con Cadavid, la diferencia entre el término “selección y adquisición” y “desarrollo de colecciones” radica en que el primero, sólo es una parte del segundo. El llamado “desarrollo de colecciones” representa un campo de trabajo más extenso, con bases teóricas más complejas pero más sistematizadas y con fórmulas de evaluación, pero buscando el mismo objetivo: construir una mejor colección para cubrir las necesidades de información de la comunidad a la que atiende la biblioteca.

En la evolución del concepto, han surgido autores que proponen definiciones, cada uno con diferentes aportaciones por lo que a continuación se presentan los diferentes conceptos de desarrollo de colecciones.

  1. Edward Evans: Proceso que permite identificar las fortalezas y debilidades de la colección de materiales de una biblioteca con base en las necesidades de los usuarios y los recursos de la comunidad, y el intento de corregir las debilidades que se detecten.
  2. Michael Gabriel: Proceso para construir sistemáticamente las colecciones en la biblioteca, que sirvan para el estudio, la docencia, la investigación y otras necesidades de los usuarios.
  3. Charles B. Osburn: Sistema de servicios al público, que se caracteriza por el proceso de toma de decisiones que determinan la conveniencia de adquirir y conservar materiales en la biblioteca.
  4. Rose Mary Magrill: Planeación de un proceso que considere toda información relevante que permita tomar decisiones para hacer una construcción racional.
  5. José Orozco Tenorio: Proceso por medio del cual una biblioteca es alimentada con el propósito de estar en posibilidades de apoyar y satisfacer las demandas y servicios de los usuarios.
  6. Edward Evans: Proceso que busca satisfacer las necesidades de información de las personas (una población de referencia) de una manera oportuna y económica utilizando los recursos de información a nivel local en poder, así como los de otras organizaciones.
  7. María del Carmen Negrete Gutiérrez: Proceso que permite satisfacer las necesidades y demandas de información de la comunidad mediante la formación de colecciones básicas y fortalecidas, tanto en alcance como en profundidad, en todas las áreas y temas de su interés, y que puede complementarse con el acceso y/o la disponibilidad de aquellos recursos que se localizan fuera de la biblioteca.

Después de analizar las definiciones anteriores, se puede identificar que en la construcción de un concepto de desarrollo de colecciones son muchos los autores que han hecho aportaciones; se demuestra que el desarrollo de colecciones no sólo es una tarea más de las bibliotecas, es un compromiso con la comunidad a la que se atiende, es un proceso que implica una planeación y sobre todo una toma de decisiones que permita economizar los recursos. 

Es por eso que de forma personal, las mejores definiciones y las que contemplan los puntos que se señalaron anteriormente es la segunda definición que propone Edward Evans y la de María del Carmen Negrete Gutiérrez. 

La parte de la planeación y de la toma de decisiones, es muy importante en nuestros días, ya que debido a las posibilidades tecnológicas que se tienen y el crecimiento exponencial en la producción de información y conocimiento, aunado a los bajos presupuestos que se dan a las bibliotecas, el proceso de desarrollo de colecciones juega un papel fundamental en la tarea más importante de una biblioteca: satisfacer las necesidades de información de los usuarios a los que sirve.

Obras consultadas:

CADAVID ARANGO, Carlos A. ¿Selección y adquisición, o desarrollo de colecciones? En: Revista interamericana de bibliotecología, vol. 17, no. 1, enero/junio, 1994. p. 15-26. 

EVANS, G. Edward. Developing library and information center collections. Greenwood Village, Col.: Libraries Unlimited, 2000. 595 p. 

MORALES CAMPOS, Estela. Desarrollo de colecciones. En: Ciencia bibliotecaria, vol. 7, no. 1, 1985. p. 35-39. 

NEGRETE GUTIERREZ, María del Carmen. El desarrollo de colecciones y la selección de recursos en la biblioteca universitaria. México: UNAM, CUIB, 2003. 143 p.

viernes, 13 de enero de 2012

Bibliografía mexicana en el siglo XVIII

Durante el siglo XVIII el número de impresores se incrementó, y los impresos tenían como estilo principal el barroco; los impresos de este siglo se caracterizan por tener portadas alambicadas (excesivas) y colofones en clara letra romana. Al igual que en los siglos anteriores sobresale la producción religiosa: devocionarios, catecismos, misales, novenarios, sermones por todo y para todo; certámenes literarios, honras fúnebres por monjas, clérigos, arzobispos y personas de cuenta; libros docentes de teología, derecho, medicina y oratoria.

Impresores del siglo XVIII

Impresor
Años de trabajo
Características
Principales Impresos
Herederos de la viuda de Francisco Rodríguez Lupercio
1698-1736
Situada en el Puente del Palacio, trajeron nuevos tipos de Europa.
Doctrina christiana en lengua chinanteca, del padre Barrales.
Vocabulario castellano-cora, de padre Ortega.
Miguel de Ribera Calderón
1701-1707
Situada en El Empedradillo, estaba emparentado con los impresores de Calderón.

Francisco de Ribera Calderón
1703-1731
Estableció su taller en la calle de San Agustín-
Editó obras salidas del Tribunal de la Inquisición.
Gertrudis de Escobar y Vera
1707-1714
Viuda de Miguel de Ribera y Calderón.

Herederos de María de Ribera
1708
Situada en la calle de San Bernardo.

Herederos de Guillena Carrascosa
1708-1721
Establecida en El Empedradillo, la denominaron Imprenta Plantiniana.

Herederos de Gertrudis de Escobar y Vera
1714-1732
Renovaron el taller, a partir de 1727 el taller llevó el nombre de Imprenta Real del Superior Gobierno.

Juan Francisco de Ortega y Bonilla
1721-1725
Establecido en la calle de Tacuba, le dio el título de Imprenta Plantiniana por el uso de tipos franceses y no españoles.

José Bernardo de Hogal
1721-1741
A partir de 1724 llamó a su taller Imprenta Nueva, obtuvo del Ayuntamiento de la ciudad el título de Impresor Mayor de la Ciudad en 1727.
En 1725 Regla de N.S.P. Francisco.
Para los colegios de la Compañía de Jesús imprimió la Gramtica de Nebrija (1725); Florilegium oratorum (1727); Novus candidatuss (1726) y Quintos, en griego.
María de Ribera
1732-1754
Tituló su taller Imprenta Real del Superior Gobierno, imprimió numerosas obras en latín, tesis universitarias y quodlibetos.
Algunos números de La Gazeta.
Cursus philosophicus, del padre Zapián.
Francisco Javier Sánchez Pizero
1737-1765
Ubicada en El Puente del Palacio, se mudó en varias ocasiones y sus últimas obras están llenas de errores de caja.
Arte de la lengua cahita.
Catecismo en la lengua cahita.
Viuda de José Bernardo de Hogal
1741-1755
Llevó el nombre de Impresora Real y Apostólico Tribunal de la Santa Cruzada.
Escudo de armas de México, de Cayetano Cabrera y Quintero.
Crónica franciscana de fray Félix de Espinoza.
Teatro americano de Villaseñor.
Arte maya de Beltrán de Santa Rosa.
Selectae dissertationes de Eguiara y Eguren.
Colegio de San Ildefonso
1748-1767
Establecida por la intensa producción literaria de los jesuitas y la necesidad que tenían de contar con material para la enseñanza.

Imprenta de la Biblioteca Mexicana
1753-1757
Juan José de Eguira Eguren y su hermano Manuel Joaquín, compraron el material para imprimir en Europa. Se estableció en la calle de San Agustín y más tarde en las Capuchinas.
Biblioteca mexicana.
Cristóbal y Felipe Zúñiga
1761-1764
Copropietarios de la Imprenta Antuerpiana, local ubicado en la calle de Palma.
Llanto de la fama, con excelentes grabados de cobre.
José de Jáuregui
1766-1778
Ubicada en la calle de San Bernardo, se amplió al adquirir la Imprenta de la Biblioteca Mexicana. Contó con tipos muy variados incluyendo algunos elaborados en México.
Descripción del barreno inglés, del padre Alzate.


Bibliógrafos y bibliografía

Las bibliografías de este siglo también son fuente de información biobliográfica de las reseñas de las virtudes y las obras de los miembros de las órdenes monásticas. 

Durante este siglo destaca el trabajo del padre Francisco Antonio de la Rosa Figueroa, quien en su obra titulada Diccionario biobibliográfico, alfabético o índice sílabo repertorial de cuántos libros sencillos existen en esta librería de este N.S.P.S. Francisco de México, que se considera el antecedente más remoto que a la fecha se conoce de un catálogo de biblioteca novohispana mexicana. 

Fray Antonio de la Rosa Figueroa es autor del primer catálogo de una biblioteca novohispana realizado con el propósito de ser utilizado por los lectores y usuarios de la misma, titulado Diccionario bibliográfica alfabético o índice sylabo repertorial de quantos libros sencillos existen en esta libraría de este convento N.S.P.S. Francisco de México. 

La primera bibliografía impresa hecha en América se debe a Juan José de Eguiara y Eguren (1693-1763), cometió el error de traducir todos los nombres al latín y ordenarlos por nombre de pila. 

Para la confección de su obra, Eguiara registró muchas bibliotecas; de la Biblioteca Mexicana sólo se imprimió el tomo primero en 1755 y quedaron cuatro inéditos, al frente de la Biblioteca se puso un amplio prólogo, dividido en 20 capítulos, donde explica sus propósitos y bosqueja la historia de la cultura mexicana desde, los tiempos prehispánicos. 

Nuevo intentos de la información bibliográfica se realizaron en las páginas de la Gaceta de México, fundada en enero de 1784 por Manuel Antonio de Valdés. En ella se proporcionaron listas de libros que llegaban o salían por Veracruz, así como del material bibliográfico que se encontraba a la venta en el Parián. 

Los catálogos de obras en venta, hechos en la primera mitad del siglo XVIII en cumplimiento del edicto inquisitorial de 1707 dan cuenta de la introducción a la Nueva España de las primeras obras "iluministas" que avivarían el sentido crítico del criollo. Por otra parte, estos catálogos no ofrecen todavía, ni en la forma ni en el contenido, muchas sorpresas. Las cédulas bibliográficas no son más explícitas que las de los inventarios inquisitoriales del siglo anterior. La jerarquía de temas aludidos tampoco cambia. 

Como se puede observar, tampoco en este siglo hubo un avance significativo en cuanto al desarrollo bibliográfico nacional se refiere, sin embargo, obras como la Biblioteca Mexicana ya dan indicios de esta labor. 

Aspectos legales

Durante el siglo XVIII y pesar de la censura establecida, penetran en la Nueva España obras de carácter filosófico, político y científico. 

Destacan obras fundamentales como los Principios de la filosofía de la historia de Vico (1725), La ciencia nueva también de Vico (1726), El espíritu de las leyes de Montesquieu (1748) y el Contrato social de Rousseau (1762). En cuanto a la comercialización del libro, se seguía haciendo en las imprentas y en los mercados.

Para más información:

"Imprenta". En: Enciclopedia de México. México: Enciclopedia de México, 1993. p. 4170-4179. 

GONZÁLEZ, Luis. "Estudio preliminar". En: Fuentes de la historia contemporánea de México: libros y folletos. México: El Colegio de México, 1961. p. vii. 

PERALES OJEDA, Alicia. La cultura bibliográfica en México. México: UNAM, 2002. 261 p. 

TORRE VILLAR, Ernesto de la. Breve historia del libro en México. 1ª ed. México: UNAM, 1987. 188 p.

viernes, 6 de enero de 2012

Políticas de información en México

El ser humano se ha hecho acreedor a derechos y garantías que confirman que es parte de una sociedad en constante evolución; el derecho a la información es una de esas garantías. Es por ello que en el ámbito bibliotecológico, las políticas de información juegan un papel muy importante, ya que su función principal es la de garantizar el acceso a la información, y la biblioteca, por ser un lugar que provee de información a los ciudadanos, debe acatar y conocer dichas políticas, ya que permitirá no sólo la mejora de sus funciones, si no que una sociedad que tiene acceso a la información organizada, es una sociedad con miras a alcanzar la democracia.

Hoy en día, la información es un recurso valioso para el desarrollo de las sociedades en aspectos que van desde el ámbito educativo y cultural, hasta el ámbito gubernamental y económico. Esta concepción de la sociedad basada en la información y el conocimiento impone progresivamente, el establecimiento de políticas de información, llevando a sus gobiernos a comprometerse en acciones que van desde los diagnósticos y estudios, hasta la creación de un aparato estatal, que permita controlar y promover las actividades de información científica y técnica.

Por esta razón la biblioteca, como un centro en el que se proporciona información, debe seguir las políticas de información establecidas que respalden y regulen su quehacer, con el objetivo de cumplir con sus funciones, entre ellas la de satisfacer las necesidades de información de los usuarios.

¿Qué son las políticas de información?

No se debe confundir el término política con el término política de información, el primero se puede definir como una serie de principios y estrategias que orientan un curso de acción para alcanzar un objetivo determinado.

El término políticas de información, se puede definir desde diferentes puntos de vista, por lo que Moore ha propuesto que se realice el análisis a partir de cinco elementos básicos identificados por él:

  • La tecnología de la información.
  • El mercado de la información. 
  • Los recursos humanos. 
  • Las legislaciones y la regulación. 
  • La ingeniería de información, que el autor entiende como el conjunto de metodologías integradas que se utiliza para guiar y desarrollar el procesamiento de información dentro de una organización. Esto comienza con la planificación estratégica de la empresa y termina con la ejecución de aplicaciones, por ejemplo la gestión y el uso de la información. 

Por otro lado, Doty, se ha inclinado por abordar la temática sobre políticas de información analizando el término a partir de algunas perspectivas temáticas o por contextos, como son:

  • Ciclo de vida de la información: El conjunto de leyes y políticas que tengan que ver con la información desde su creación, recopilación, organización, diseminación, re-empaquetamiento y destrucción.
  • Política cultural: El papel del conocimiento y de la información en la formación de los valores y la conducta de los ciudadanos.
  • Áreas disciplinarias: La intersección de la bibliotecología y los estudios de la información con la política pública.
  • Contexto de la teoría de sistemas: La afectación del procesamiento de la información y comunicación de la manera más extensa.
  • Administración pública: Manera como el gobierno, la institución, el servidor público o el sistema de información se adapten a los entornos de cambios rápidos y al uso de la información para la toma de decisiones.
  • Información: El conjunto de las políticas y la distribución de recursos que promueven, desalientan o regulan la información y su diseminación.

Almada, menciona que el término políticas de información se refiere al “estudio de las orientaciones y directrices que rigen la actuación de los diferentes sectores o grupos de la sociedad en la transferencia, su disponibilidad, su acceso y repercusión como medio para la comunicación de la información generadas y usuarios de información”.

Sánchez Vanderkast define políticas de información como “los mecanismos utilizados por la sociedad para su aplicación, para el control de los ciclos de vida tanto de la información como del documento, y así como también el ciclo de transferencia de datos / información / documentos.” Por otro lado, Sánchez Díaz [7] menciona que las políticas de información son aquellas directrices que rigen a un país hacia la consecución del derecho a la información por parte de todos sus ciudadanos.

Objetivo de las políticas de información

Con las anteriores definiciones se puede observar, que sea cual sea el punto de vista desde el que se conceptualice el término políticas de información, su objetivo principal es el acceso y la utilización óptima de los conocimientos especializados y profesionales, la información científica, técnica, social y económica y las técnicas desarrolladas o disponibles en el país y en otras partes del mundo como recurso destinado a resolver problemas y para el desarrollo en todos los sectores de la sociedad.

Para la formulación de políticas de información existe un conjunto de reglas formales e informales que mediante la restricción o el impulso o de otra manera, forman flujos de información. Estas directrices orientan la gestión en el campo de la información, es decir, la colección, organización y suministro de la información, en su más amplio contexto y en su variedad de relaciones multisectoriales, dentro de la perspectiva de su desarrollo futuro.

Políticas de información en México

Todos los días, los integrantes de las sociedades utilizan, consultan, generan y transfieren información; estas acciones forman la historia, la cultura, la política y la economía de un país. El avance de las Tecnologías de Información y Comunicación, provocó un crecimiento exponencial en la producción e intercambio de información, orillando a las naciones a la implementación de políticas de información.

México no es la excepción, puesto que ha formado parte de algunos programas y estudios de la UNESCO, que buscan consolidar las políticas de información en América Latina, considerando la infraestructura, recursos y proyectos con los que se cuenta en cada país; sin embargo, no todas las unidades de información las conocen, y mucho menos las ponen en práctica

En 1992, Molino mencionó que en México las actividades de información han sido promovidas principalmente desde el sector de la ciencia y la tecnología a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, sin embargo, los cambios sexenales han provocado una fluctuación significativa de la importancia de este organismo.

Esta fluctuación también ocurre en otras instituciones, entre ellas:

  • Archivo General de la Nación 
  • Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior 
  • Consejo Nacional para la Cultura y las Artes 
  • Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos 
  • Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática 
  • Secretaría de Comercio y Fomento Industrial 
  • Secretaría de Comunicaciones y Transportes 
  • Secretaría de Educación Pública 
  • Secretaría de Salud 
  • Suprema Corte de Justicia 
  • Universidad Nacional Autónoma de México 

A pesar de ello es necesario reconocer que el gobierno se ha preocupado por integrar dentro de las políticas públicas, aspectos relacionados con la información. Como ejemplo de ello se tiene el artículo 6° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que garantiza el acceso a la información. Otro ejemplo de ello es la Ley General de Bibliotecas, la Ley Federal de Derechos de Autor y la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental. Aunque hay otras leyes que intervienen en las funciones de la biblioteca.

Para mayor información puedes consultar:

CARIDAD SEBASTIÁN, Mercedes, et al. “La necesidad de políticas de información ante la nueva sociedad globalizada”. En: Ciência da Informação [en línea], vol. 29, no. 2, mayo-agosto, 2000. [Fecha de consulta: 19 diciembre 2011]. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/ci/v29n2/a04v29n2.pdf

LAU, Jesús. “Mexican information policy: a scattered decision model.” En: Proceedings of the 8th. Anual State of the Art Institute, Latin America [en línea]. Washington: SLA, 1993. [Fecha de consulta: 22 diciembre 2011]. Disponible en: http://www.jesuslau.com/

MÉXICO. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Diario Oficial de la Federación [en línea]. 5 de febrero de 1917, última reforma 13 de octubre de 2011. [Fecha de consulta: 26 diciembre 2011]. Disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1.pdf

MOLINO, Enzo. Políticas de información en América Latina y el Caribe: estudio en siete países de la región [en línea]. [s.l.]: UNESCO, 1992. Disponible en: http://www.eubca.edu.uy/materiales/planeamiento_de_servicios_bibliotecarios/2007/politicas_de_informacion_conceptos_enzo_molino.pdf

MONTVILOFF, Víctor. Políticas nacionales de información: manual sobre la formulación, aprobación, aplicación y funcionamiento de una política nacional sobre la información. París: UNESCO, 1990. p. 12. 

SÁNCHEZ DÍAZ, Marlery y VEGA VALDÉS, Juan Carlos. “Consideraciones teóricas y estado actual de la implementación de las políticas de información en América Latina”. En: ACIMED [en línea]. Mayo-Junio, 2003, vol. 11, no. 3. [Fecha de consulta: 19 diciembre 2011]. Disponible en: http://eprints.rclis.org/bitstream/10760/5090/1/consideraciones.pdf

SÁNCHEZ VANDERKAST, Egbert J. “La socialización del conocimiento sobre políticas de información”. En: Investigación Bibliotecológica. Vol. 19, no. 39, Julio-Diciembre, 2005.